Abdelkader EL FARSSAOUI
Recientemente, el norte de Somalia ha experimentado un inquietante resurgimiento de ISIS, que ha logrado establecerse nuevamente en varias regiones del país. Este regreso, en un contexto de fragilidad política y social, plantea una amenaza significativa para las comunidades locales y añade una nueva capa de complejidad al ya turbulento escenario somalí.
Los militantes del grupo, conocidos por su brutalidad, han logrado expandirse en territorios que antes dominaba Al-Shabaab, desplazando a sus rivales y asegurando puntos estratégicos en áreas montañosas y ciudades costeras. Esto ha facilitado no solo su expansión territorial, sino también su capacidad para reclutar y financiarse mediante la extorsión de empresas locales y residentes, imponiendo su ley mediante la violencia.
Este renacer del grupo es impulsado por figuras carismáticas que, lejos de ser eliminadas, han fortalecido su liderazgo y redes dentro y fuera del país. En el corazón de esta expansión está la capacidad de ISIS para adaptarse y encontrar nuevos nichos de poder en un país que enfrenta múltiples crisis, desde enfrentamientos armados hasta divisiones internas.
El impacto de esta nueva oleada de