Abdellah Mechnoune
En una sesión a puerta cerrada celebrada el lunes en el Consejo de Seguridad en Nueva York, la narrativa que Argelia y el “Polisario” han intentado imponer desde hace cuatro años se desmoronó desde dentro de las propias Naciones Unidas. El jefe de la MINURSO, el diplomático ruso Alexander Ivanko, ofreció una visión contundente que puso en jaque la retórica bélica del frente separatista.
Más que un informe técnico, lo presentado por Ivanko fue una disección precisa de la situación: el “Polisario”, según él, no tiene capacidad real para infligir daños importantes al ejército marroquí. Una afirmación que, en términos diplomáticos, equivale a certificar el fracaso del proyecto militar separatista.
Al mismo tiempo, elogió la contención de Marruecos y su compromiso con la legalidad internacional, pese a su evidente superioridad militar. El Reino responde con moderación, mientras la otra parte insiste en una guerra ficticia.
Más aún, Ivanko denunció los obstáculos que el “Polisario” impone a la labor de la MINURSO: restricciones de movimiento, prohibición de entrevistas con líderes del frente, y hasta impedimentos para vuelos de observación. Una clara maniobra para manipular el relato del conflicto.
De particular importancia fue la mención de una carretera estratégica en construcción entre Smara y Mauritania, símbolo de un Marruecos que consolida su soberanía con infraestructuras y desarrollo, no con confrontación armada.
Todo esto mientras la MINURSO atraviesa una grave crisis financiera, exacerbada desde la reducción del apoyo estadounidense bajo la presidencia de Donald Trump.
La lectura es clara: Marruecos avanza con solidez, legitimidad y estrategia. El “Polisario”, en cambio, se encierra en consignas vacías y pierde relevancia. El conflicto del Sáhara ya no es más que un expediente pendiente de liquidación definitiva.