De la lucha armada a la responsabilidad histórica: ¿Ha llegado el momento de que el Frente Polisario se disuelva?
* Dr. Abdellah Chanfar
Nació con una cesárea dolorosa y traumática. ¿No ha llegado ya la hora de que el Frente Polisario se disuelva y entregue las armas, como hizo el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK)?
¿Tienen los movimientos separatistas armados el derecho de mantenerse como entidades fuera del tiempo histórico? ¿Puede seguir vigente la doctrina del conflicto mientras el mundo redefine los mapas de la legitimidad? ¿Tiene hoy el separatismo armado razones reales para persistir, ante el auge de los bloques regionales y el declive de los micro-nacionalismos?
La experiencia del Frente Polisario, que no ha conseguido territorio, ni construido un Estado, ni obtenido reconocimiento efectivo en más de cincuenta años, debe someterse a una evaluación decisiva: ¿No sería más realista y moralmente responsable seguir el ejemplo del PKK y abandonar la vía armada?
1. Legitimidad de la idea y utilidad de la continuidad
Después de casi medio siglo, el Frente Polisario se enfrenta a una paradoja existencial:
No ha logrado reconocimiento internacional significativo, ni estructuras institucionales dentro de Marruecos, ni ha protegido al llamado “pueblo saharaui” de la pobreza, el hambre o el exilio.
¿Tiene sentido mantenerse como fuerza armada en una región inestable, bajo patrocinio regional y sin horizonte político, repitiendo un discurso superado por la propuesta marroquí de autonomía, cada vez más respaldada internacionalmente?
¿No es la persistencia en el armamento una forma de violencia simbólica contra los habitantes de los campamentos en Tinduf?
2. Cuando un “movimiento de liberación” se convierte en carga estratégica
El Frente decía representar el deseo de independencia; hoy es una organización cerrada, aislada, sostenida por ayuda humanitaria y ejerciendo control sin mandato popular.
¿Qué alternativa propone? ¿Qué forma de Estado? ¿Quién garantizará la seguridad, la economía o las relaciones exteriores?
Un proyecto sin narrativa de Estado ni reconocimiento real se convierte en pura retórica en un desierto movedizo.
3. Del PKK al Polisario – Lecciones sobre desmantelamiento estratégico
En los años 90, el PKK renunció al independentismo y adoptó una estrategia de autonomía cultural y política. Se declaró el alto el fuego y se inició el desarme parcial.
¿Podría el Polisario mostrar el mismo coraje político?
¿Transformarse en un actor civil dentro del marco de autonomía marroquí, con participación política y desarrollo local?
Desmantelar una organización armada no es una derrota, sino una expresión de madurez política.
4. ¿Quién representa a los saharauis? La crisis de representatividad
El problema estructural del Polisario es su pérdida de legitimidad representativa:
La mayoría de los ciudadanos del Sahara marroquí votan masivamente; líderes tribales y jóvenes rechazan el separatismo y se integran en la vida nacional. El Polisario, centrado en Tinduf, sirve a intereses familiares reducidos.
¿Quién le ha otorgado el mandato de hablar en nombre de todos los saharauis? ¿Por qué no hay elecciones internas ni rotación de liderazgo?
¿Cómo justificar el rechazo a un referéndum en Marruecos mientras mantiene personas retenidas en campamentos cerrados?
5. Tras las armas – ¿Qué futuro para la violencia armada en el Magreb?
La región magrebí sufre creciente fragilidad.
Informes de la ONU señalan vínculos entre elementos del Polisario y redes de tráfico ilegal.
El terrorismo del Sahel se apoya en una logística parecida a la del Polisario.
¿Puede evitarse que el Frente sea clasificado como grupo paramilitar o terrorista si continúa armado?
¿Permitirán los cambios regionales un enclave militar en un espacio de inseguridad crónica?
Conclusión: entre la responsabilidad de retirarse y el coraje de reubicarse
Hoy, la madurez política exige que el Polisario entregue las armas, se disuelva, y se una al diálogo sobre el proyecto marroquí de autonomía.
Destejerse no es fracasar, sino corregir una trayectoria histórica que solo ha dejado hambre, exilio y humillación.
Podría ser una salida honorable que salve vidas, devuelva el equilibrio político magrebí, y abra paso a una justicia transicional.
¿No es acaso más sensato responder a la autonomía con desmovilización, como hicieron los kurdos al elegir el Estado sobre la ilusión, la identidad sobre el artificio, la vida sobre la muerte?






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