En la sombra del terror: un mundo que no encuentra la paz

italiatelegraph

 

 

 

 

 

Abdelkader EL FARSSAOUI

 

 

 

El mundo, ese viejo escenario de epopeyas y tragedias, sigue marcado por el eco de explosiones y el llanto de los inocentes. El Índice Global de Terrorismo 2025 nos recuerda que el terror, lejos de desvanecerse, se desplaza como una sombra inquieta, cambiando de forma y territorio, pero siempre presente.
El nuevo rostro del miedo
La guerra contra el terrorismo es un río que nunca deja de fluir. En 2024, las cifras pueden sugerir un respiro: las muertes por atentados han descendido un 13%, pero el número de países afectados ha aumentado de 58 a 66. Más que un retroceso del fenómeno, lo que vemos es su dispersión, su adaptación a nuevas geografías, nuevas causas y nuevas víctimas.
El Sahel, esa franja ardiente que divide África en dos almas, es hoy el epicentro de la violencia. Allí, entre aldeas polvorientas y ciudades en ruinas, los grupos armados han convertido la desesperanza en pólvora. Burkina Faso, Malí y Níger se han convertido en teatros de una guerra oculta, donde la vida humana vale menos que un grano de arena arrastrado por el viento.
Las huellas de los lobos solitarios
Si en África el terror es un monstruo colectivo, en Occidente adopta un rostro más silencioso: el del lobo solitario, el joven radicalizado en los oscuros foros de internet, atrapado en una maraña de ideologías extremas que lo convierten en arma de su propia frustración. Europa ha visto duplicarse sus ataques, con Suecia, Francia y Alemania entre los más afectados. En Estados Unidos y Australia, los discursos de odio han prendido como fuego en rastrojo, empujando a los marginados a la violencia.
Estos lobos no necesitan un maestro: la radicalización ha encontrado en la inteligencia artificial y las redes sociales un aliado poderoso. Un mensaje, un video, una consigna bien dirigida pueden transformar a un joven desencantado en un soldado sin bandera.
La geopolítica del miedo
En las sombras de este escenario, las grandes potencias juegan su ajedrez. Francia, antaño guardián militar del Sahel, se retira, dejando un vacío que Rusia y China llenan con acuerdos económicos y presencia estratégica. La retirada occidental no ha traído la paz; al contrario, ha permitido que los grupos armados reinventen su narrativa, se fortalezcan y avancen hacia nuevas tierras.
En el Medio Oriente, Siria sigue siendo un tablero en ruinas donde el Estado Islámico se reinventa, acechando entre escombros, esperando una oportunidad para resurgir. En Irán y Rusia, el Estado Islámico de Jorasán ha golpeado con fuerza, mostrando que el terror no tiene fronteras ni lealtades.

El futuro incierto
El informe del Instituto para la Economía y la Paz nos deja una conclusión amarga: el terrorismo no muere, solo cambia de piel. Si ayer los atentados eran coordinados y espectaculares, hoy son ataques dispersos y silenciosos. Si antes el reclutamiento era cara a cara, hoy se hace desde una pantalla. Si antes las víctimas eran soldados, ahora son mercados, escuelas, conciertos.
En este tablero en llamas, la única certeza es que la paz sigue siendo un sueño esquivo. La historia nos ha enseñado que la violencia no se extingue con más violencia, sino con educación, oportunidades y justicia. Pero, ¿quién escuchará esta lección en un mundo que sigue atrapado en su propia espiral de destrucción?
El terror, al final, es como el viento: invisible, pero siempre presente, esperando la grieta por donde colarse en la historia una vez más.

italiatelegraph


Potrebbe piacerti anche
Commenti
Le opinioni espresse nei commenti sono degli autori e non del italiatelegraph.
Commenti
Loading...